Muchas variables pueden dificultar el poder concebir un hijo. En nuestro ritmo de vida actual, el estrés, la presión económica o la alimentación que llevamos, entre otros factores, pueden producir que no pueda producirse la fecundación.
Muchas variables pueden dificultar el poder concebir un hijo. En nuestro ritmo de vida actual, el estrés, la presión económica o la alimentación que llevamos, entre otros factores, pueden producir que no pueda producirse la fecundación.
En primer lugar, antes de hablar de fertilidad y alimentación aclararemos estos dos conceptos que solemos confundir.
La infertilidad es la incapacidad para que la fecundación del óvulo por parte del espermatozoide se realice, es decir, que se inicie el embarazo de manera espontánea, tras un periodo de un año manteniendo relaciones sexuales sin medidas anticonceptivas.
Por otra parte, la esterilidad es la incapacidad para llevar a cabo un embarazo, es decir, para tener un hijo vivo. En este último caso no se tiene en cuenta la concepción sino el desarrollo del feto.
Hay varias evidencias en la literatura médica que indican una clara relación entre fertilidad y alimentación.
Se evidencia que tanto el tipo como la cantidad de hidratos de carbono ingeridos condicionan la fertilidad. Dietas de baja carga glucémica mejoran la fertilidad relacionada con la ovulación, mejoran la sensibilidad a la insulina por parte de las mujeres y la calidad del esperma en los hombres.
También se observa que un aumento del consumo de proteína vegetal frente a proteína animal favorece la ovulación.
En el caso de las grasas, un mayor consumo de grasas saturadas reduce la calidad del esperma, mientras que el consumo de omega-3 y grasas monoinsaturadas mejora la fertilidad.
Estar por debajo o por encima del peso ideal también afecta la fertilidad, en ambos sexos. En las mujeres, la grasa es necesario para producir hormonas.
Sin embargo, un exceso de grasa puede aumentar la cantidad de estrógenos, que alteran los ciclos menstruales y la ovulación.
Por el contrario, las mujeres con bajo peso pueden ver comprometidas las funciones de las hormonas pituitarias, que regulan el ciclo ovulatorio.
En el caso de los hombres, aquellos con sobrepeso tienen niveles más altos de insulina y menores de testosterona, lo que reduce la producción de esperma.
Además, un aumento de grasa abdominal produce un aumento de aromatasa, que convierte la testosterona en estrógenos.
El bajo peso en hombres, por el contrario, compromete la calidad del esperma.
Más allá de las cuestiones de peso, se ha observado que las personas con tendencia a la intolerancia al gluten presentan mayores problemas de infertilidad.
El ácido fólico (B9), los antioxidantes, la vitamina A y los betacarotenos, la vitamina E y el zinc son nutrientes importantes para mejorar la fertilidad en ambos sexos.
En el caso de las mujeres, son también importantes la cianocobalamina (vitamina B12) y el hierro. En los hombres, también son imprescindibles la vitamina C, los ácidos poliinsaturados y DHA, el omega-3 y el selenio.
Si necesita más información sobre cómo cuidar su salud correctamente, le invitamos a seguir los artículos de nuestro blog, consultar nuestras áreas terapéuticas o ponerse en contacto con nosotros sin compromiso.